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domingo, 14 de diciembre de 2025

Venga tu reino

"Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando termino, uno de los discípulos le dijo, Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos. Y les dijo, Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estas en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra." (Lucas 11:1, 2.)


Cuando ellos dijeron “enséñanos a orar,” el Maestro elevó Su mirada y la pasó por el lejano horizonte de Dios. El reunió el sueño final de lo Inmortal y recogiendo todo lo que Dios intenta hacer durante la vida del hombre, lo expresó en las siguientes breves y fértiles palabras, "cuando oréis, orad de esta manera."

El contraste que existe entre ésto y las muchas oraciones que hemos oído es grandísimo. Cuando seguimos los designios de nuestro corazón, ¿qué pedimos? "Oh Señor. bendíceme, bendice mi familia, mi iglesia, mi pueblo, mi país," y al final pedimos por la extensión de Su Reino por medio de la gran Iglesia del mundo.

El Maestro comienza donde nosotros terminamos. El mundo primero, mis necesidades personales después, es el orden que se sigue en esta oración. Cuando mi oración ha cruzado todos los continentes y las islas más lejanas de los mares, después que ha incluído al último hombre de la raza menos civilizada, después que ha expresado por completo el deseo y el propósito de Dios para el mundo, entonces solamente es cuando se me enseña que pida un pedazo de pan para mí.

Si Jesús se dió a Él mismo por nosotros y a nosotros en la sagrada extravagancia de la Cruz, ¿es mucho si Él nos pide que hagamos la misma cosa? Ningún hombre o mujer tiene valor alguno en el reino, ni ninguna alma jamás toca aún el borde de la zona del poder, hasta que aprende que lo que a Cristo le interesa es el supremo negocio de la vida y que todas las consideraciones de la vida, por muy queridas o importantes que puedan ser, están subordinadas a ella.

"Y Su reino no tendrá fronteras." (Lucas 1:33, Versión Antigua Moravia.)

"La empresa misionera no es el reparo de la Iglesia; Sino la presencia de Cristo."-Henry Van Dyke.




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